15.6.15

Ruidos perpetuamente. De todos.
Parecen refrigeradores, generadores de emergencia.
Alguien debería hacer algo al respecto de ellos.
Reventarles las radios.
Un pulso electromagnético.

Dolor de cabeza al amanecer.
A veces, como esto pasa tanto, no noto el dolor
hasta que ya estoy en el baño, echándome agua.
El flujo de agua me avisa, al caer,
que lo escucho a un nivel demasiado alto.
Entonces oigo el sistema de ventilación
de los restaurantes de abajo.

Y las palomas, en el borde de las ventanas.
Cómo hacen ruido, las palomas.
Es como si vinieran a mi ventana a demostrar
que no es éste asco de bloques construidos y basura,
que no es la humanidad, la única capaz de ignorar
con vileza el respeto al silencio de los demás.
También la naturaleza. También la Tierra.

Y sus palomas, sus mosquitos, sus perros.
Tanta impertinencia en el universo.
Y todavía habrá los que digan
que responde a unas causas. Si es un caos.
Como y dónde lo mires, cuanto lo mires,
es un caos. Y pasa totalmente de ti.
Y aún si pasara voluntariamente habría
un resquicio de trascendencia.
Pero no es ni eso, porque ni te conoce.
Así que qué va a responder a unas causas.

Me gustaría que les cayera un meteorito
a su madres, y luego, mientras lloran,
acercarme y ponerles la mano sobre el hombro
y decir «responde a unas causas, compañero».
Me gustaría, de verdad. Disfruto, imaginarlo.

Y el universo, aquí. Aquí, donde estoy yo.
Cómo es posible que explote un sol
y no haga ningún ruido, pero esa paloma sí,
con su ulular y sus movimientos.
Debería explotar. Como ese sol.
Lejos. Silenciosamente.
Y como a ese sol, olvidarla.
No haberla visto. No saber nada del tema.

Palomas que explotan mientras tomo el desayuno.
Batir un poco de leche y súbitamente estallar.
Sin conciencia de nadie. Como el árbol aquel
de la idiotez esa del bosque vacío.
Lo único malo de que no me enterase
es que no me podría reír de ellas.
Ver sus plumas tostadas caer.
Y yo, manchado de sangre, carcajeándome.

Las maquinas desde las que expiden billetes, en el metro,
no están funcionando ésta mañana y yo no traigo boleto.
Supongo tendré que buscarme la vida, como cualquier otro.

Pagar un taxi, y condicionar un poco mis gastos.
O caminar. Rozarme con personas.
Oírles murmurar sus estupideces. Y el sol.
Puestos a explotar soles y no palomas,
ya podrían explotar el nuestro.
La glaciación como medio para obtener la paz.

Pagar un taxi. Será pagar un taxi.
Y rozarle los dedos al taxista, sentir la fricción
de nuestras huellas dactilares.
Como se le han hecho tiesas las yemas.
Y soportar sus intentos de hacer cháchara.
«¿Ya al trabajo?», «qué solazo hace, ¿no?».
Incomodidad.

Debería comprar un coche. O trabajar en casa.
Mudarme a un lugar vacío. Largarme de aquí.