Campos semánticos
A veces pienso en esos, mis viejos anhelos, como en una persona de mi pasado de la que supe su nombre, de la que recordaba cada una de sus facciones, su cumpleaños, con la que pasé mil momentos bellos. Y el juramento de estar siempre juntas. Luego, habernos perdido. Y cruzármela días como hoy y darme cuenta que no le conozco más, ya no sé cómo era ella. Y que no me interesa demasiado en la actualidad siquiera, mi traición, al grado de no recordar ni lo prometido.
Volteo a mis cajones, a los recovecos del refugio y noto que, entre mis ropas, he ido guardando fotografías donde aparece esa persona, objetos que pensé que le gustarían, retazos de tela impregnados de aquello a lo creo debía oler. Pero no sé cómo es su aroma, ni cómo me miraría, ni sus manías. Ni nada. Ella se inventó la relación que tenía conmigo y me dejó todas estas cosas. Pero se fue cuando yo iba llegando, y nunca regresé a buscarla. Me he detenido aquí, en un punto en el que creo que no podemos reconocernos, sólo añorarnos, preguntarse ella cómo sería yo, preguntarme yo cómo fue ella. Soy remitente, destino y mensajera. Pero he olvidado el recado.